La hermana Lucrecia se dirige al despacho de la madre superiora,
danzando alegremente por los pasillos del internado; toca suavemente la puerta.
MADRE SUPERIORA: Adelante
HERMANA LUCÍA: Buenos días Madre Superiora
MADRE SUPERIORA: Buenos días Hermana Lucia, se puede sentar.
HERMANA LUCÍA: Gracias su excelencia.
MADRE SUPERIORA: Usted es la encargada de mantener la disciplina
en este internado. Sin embargo anoche junto con las internas, se dedicó a
bailar durante la serenata, que el padre
de María Lourdes le trajo por su cumpleaños, según me lo contaron las demás
hermanas. ¿Me puede explicar porque lo hizo?

HERMANA LUCÍA: (MURMURA ENTRE DIENTES)… Parranda de chismosas.
MADRE DIRECTORA: ¿Que dijo Hermana Lucía?
HERMANA LUCÍA: Perdone usted, estaba hablando sola. Lo que pasa es
que no contagiamos con la música y lo único que se me ocurrió fue apoyarlas en
esa pilatuna
MADRE DIRECTORA: Hermana Lucía por Dios, usted es una hermana que
esta al servicio del Señor, debe dar ejemplo de cordura.
HERMANA LUCÍA: Sin embargo considero con el mayor respeto que
bailar no es pecado.
MADRE DIRECTORA: Digamos que estás en lo cierto. Sin embargo ese
gesto suyo no se puede volver a repetir, se debe guardar la disciplina ante
todo, fíjese que se le ha dado por jugar al Ula Ula en los recreos, y por
festejarles a las internas la guerra de almohadas en las noches.
HERMANA LUCÍA: Como usted
lo ordene su Señoría.
MADRE DIRECTORA: (AL BORDE DEL COLAPSO) Le voy a suplicar Hermana
Lucía que no se dirija a mi diciéndome a cada momento su excelencia ni su
reverencia sino simplemente Madre Directora y punto.
HERMANA LUCÍA: Discúlpeme Madre Directora; es debido a mi fino léxico,
nosotros los intelectuales, versados en los proverbios, en los gerundios, somos
así ¿Usted comprende verdad?
MADRE SUPERIORA: Hermana Lucía, deje de estar payaseando, no se
olvide tampoco que le tengo terminantemente prohibido estar asaltando a cada rato la despensa, no
se ha dado cuenta que está demasiado gorda, que es perjudicial para su salud.
HERMANA LUCÍA: cierto su Excelencia (BREVE VENÍA) disculpe
nuevamente Madre Superiora, tratare de hacer mi mejor esfuerzo, pero es que
comer es tan rico.
MADRE SUPERIORA: Continuaremos
la conversación otro día, ya me colmó la paciencia. Antes de retirarse
le solicitó que informe a la interna María Lourdes, que deseo hablar con ella.
HERMANA LUCÍA: Como usted lo
ordene, con su permiso.
La hermana Lucía se retira de la oficina de la madre superiora.
Retrocediendo y haciendo venias hasta llegar a la puerta tropezando.
LA MADRE SUPERIORA: (MURMURA PARA SI...) Esta hermana me va a
enloquecer.
María Lourdes hace su ingreso a la oficina de la madre superiora
MARÍA LOURDES: Buenos días Madre Superiora, su bendición.
MADRE SUPERIORA: Dios la bendiga. Siento un inmenso cariño por
usted, eres una interna aplicada, obediente, pero hay un detalle, que usted es
la consentida de la Hermana Lucía, y todo lo que hace ella se lo festeja.
Anoche me molestó, que hubieran formado semejante algarabía, por la serenata
que le trajo su padre por su cumpleaños.
MARÍA LOURDES: Lo que pasó que como era la primera vez que un
padre le traía serenata a su hija, fue una novedad, y se armó la de Troya. Para
colmo de males con esa fama de chica rebelde, la malcriada, la que más habla,
la que se queja de todo. Ante eso le pido disculpas.
MADRE SUPERIORA: Es mi obligación comprenderlas. Ustedes son muy
jóvenes, pero se imagina dónde se entere Monseñor, de lo que sucedió anoche, me
despiden. En esta institución que tanto amo, he pasado los años más hermosos de
mi vida, junto a varias generaciones de chicas, que han sido como mi familia.
MARÍA LOURDES: (CONMOVIDA SE LE ACERCA Y LA ABRAZA, DICIÉNDOLE
DULCEMENTE) Madre Superiora la amamos.
UN MES DESPUÉS
María Lourdes empaca sus prendas en una enorme maleta. Se retira del
internado, debido a que su padre fue nombrado embajador en Argentina. En ese
momento hace la entrada a los dormitorios de las internas la hermana Lucía.
HERMANA LUCÍA: María Lourdes, este internado sin su presencia se
volverá triste.
MARÍA LOURDES: Mi monja voladora, sabes que te adoro, eres una
gorda divina, siempre estaré a tu lado. El hecho que nos separemos temporalmente,
no quiere decir que no la volveré a ver.
HERMANA LUCÍA: María Lourdes, usted era la alegría, nos dio todo
lo bonito que tenía su corazón.
MARÍA LOURDES: Por favor no se ponga triste, el internado la
necesita, debe ayudar a la Madre Superiora, a apoyar a las internas, a
soportarles sus travesuras, a que se sientan como en casa, fíjese que en las
noches vigila nuestros sueños. Dios La envió a este internado.
El amor que nos dio durará para siempre, eso es lo que realmente
importa.
La tuna del internado interpreta la
canción "Amigo", en honor de María Lourdes Santarosa, que se despide
de sus compañeras ante la mirada nostálgica de la madre superiora, mientras que
la hermana Lucía: (solloza sin contenerse, abrazando a su interna predilecta,
murmurando suavemente...) No es un adiós, sino un hasta pronto.
TRES AÑOS DESPUÉS
La hermana Lucía se desplaza alegremente por el muelle internacional
del aeropuerto "El Dorado", para abordar el avión rumbo a Buenos
Aires (Argentina) para encontrarse con su interna predilecta María Lourdes,
donde de manera alocada grita: ¡Esto si es vida!
Ante el asombro de los pasajeros que se ríen antes la ocurrencia de la
hermana.
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